En América Latina, el parque tecnológico muestra señales claras de rezago: más del 70% de las PCs en circulación tienen más de cinco años y la edad promedio de los equipos supera los siete. Solo en Argentina, más de 2 millones de computadoras necesitan ser renovadas, mientras que en la región la cifra asciende a 36 millones. La brecha impacta directamente en la productividad, los costos operativos y, sobre todo, en la seguridad de las organizaciones, que enfrentan un escenario cada vez más desafiante.
En una entrevista, Marcelo Bertolami, gerente general de Ventas de Tecnología de Intel Latam, analizó el contexto y explicó por qué la renovación tecnológica ya no puede pensarse sin inteligencia artificial. el ejecutivo habló se refirió al fin del soporte de Windows 10 como un punto de inflexión, a la importancia de los AI PCs, al rol estratégico de los socios y canales, y a las tendencias que marcarán el futuro cercano, desde el trabajo híbrido hasta la llegada de agentes autónomos de IA.
—¿Cómo describirías hoy la realidad tecnológica en Argentina y en la región?
—Tenemos un rezago importante. En Latinoamérica, cerca del 70% de las PC en circulación tienen más de cinco años, lo que afecta la productividad y los costos operativos. Durante la pandemia hubo un gran recambio, pero pasados cinco años ese boom quedó atrás y hoy se nota el envejecimiento del parque. Estamos hablando de unos 36 millones de PCs listas para renovación en la región, de las cuales alrededor de 2 millones están en Argentina. Eso nos ubica como el quinto mercado en potencial de renovación, detrás de Brasil, México, Perú y Colombia.
—¿Ese recambio está impulsado por el fin del soporte de Windows 10 o hay más factores?
—El fin del soporte de Windows 10 es un detonante, porque implica dejar de recibir actualizaciones y parches de seguridad. Y en un contexto donde la inteligencia artificial potencia los ataques, quedar sin protección es un riesgo enorme. Se pueden contratar extensiones de soporte, pero son caras. Entonces, si ya tenés máquinas antiguas, es más lógico renovarlas. Además, estamos en un punto de inflexión: la IA recién comienza a desplegarse y todo indica que en cinco años su impacto será mucho mayor. Si renovás ahora, conviene elegir equipos preparados para IA y no quedarte a mitad de camino.
—¿Esa demanda de inteligencia artificial viene de los clientes o de las empresas que la impulsan?
—Es un poco de ambas. Los fabricantes de software están empujando fuerte: hoy tenemos casi 100 ISVs con unas 400 funciones de IA listas para usar. Muchas son invisibles para el usuario, pero hacen la diferencia: desde fondos virtuales y cancelación de eco en una videollamada hasta la detección de un deepfake o la posibilidad de correr modelos de IA generativa de manera local. Todo eso va mostrando al usuario que la IA puede mejorar su experiencia y su productividad.

—Se habla mucho de los AI PCs. ¿Qué diferencia a una computadora de este tipo?
—Lo central es entender que no alcanza con tener una NPU. Para que una PC sea realmente de IA, la CPU, la GPU y la NPU deben trabajar de manera integrada. Cada una cumple un rol distinto: la CPU se usa para tareas generales y de instantaneidad, la GPU para procesamiento intensivo de imágenes o video, y la NPU para procesos de IA que requieren bajo consumo energético y mucha autonomía. Esa combinación hace posible, por ejemplo, correr modelos de lenguaje en la propia máquina sin depender de la nube, lo que suma seguridad y privacidad.
—Mencionaste la autonomía. ¿Qué avances se lograron en eficiencia energética?
—Muchísimos. Los nuevos Intel Core Ultra de segunda generación, como Lunar Lake, alcanzan más de 20 horas de batería. Antes parecía imposible que una PC pudiera ofrecer esa autonomía. Esto se logra porque los procesadores son más modulares y permiten encender o apagar componentes según la carga de trabajo. Así se reduce el consumo y se optimiza la gestión energética, algo que ya no es un detalle menor, sino un factor clave en la decisión de compra.
—Si lo miramos desde la perspectiva de las PYMES, ¿qué beneficios concretos trae esta renovación?
—Dos muy claros: productividad y seguridad. A muchas pymes les falta personal y las herramientas de IA ayudan a cubrir esa brecha, automatizando tareas y optimizando procesos. Por otro lado, la seguridad: hoy un ataque de hacking le cuesta a una empresa en promedio cerca de 9 millones de dólares. Con plataformas como Intel vPro se puede gestionar remotamente el parque de dispositivos, incluso cuando tienen fallas críticas, y además se reduce hasta cuatro veces la cantidad de vulnerabilidades respecto a la competencia. Esto es vital en un entorno donde el 70% de las compañías mantiene esquemas de trabajo remoto o híbrido.
—¿Qué rol cumplen los socios y canales en este escenario?
—Son fundamentales. Intel no vende de forma directa: toda nuestra estrategia pasa por los socios. Ellos asesoran a las empresas, implementan las soluciones y muchas veces terminan siendo quienes gestionan la tecnología de las pymes. Por eso invertimos tanto en programas como Intel Partner Alliance, que ofrecen capacitación, incentivos y recursos adaptados a cada tipo de partner. Además, trabajamos estrechamente con fabricantes de software y empresas de seguridad para garantizar que las aplicaciones corran sin problemas en nuestras plataformas. Hoy, más del 97% de las aplicaciones funcionan sin inconvenientes al migrar a Windows 11 en equipos Intel, y eso da mucha tranquilidad a los clientes.
—Intel tiene una posición muy sólida en la región. ¿Cómo se explica ese liderazgo?
—En América Latina tenemos más del 64% de participación de mercado y en Brasil llegamos al 93,4%. Eso no se logra de un día para el otro: es resultado de un ecosistema amplio y del trabajo de nuestros socios. Claro que la competencia existe y es fuerte, pero eso nos obliga a ser mejores y a seguir innovando. Y lo que viene para los próximos años refuerza aún más esa apuesta.
—Justamente, ¿qué tecnologías creés que marcarán el futuro cercano?
—La IA seguirá siendo el eje, pero dentro de ella habrá nuevas tendencias. Una de las más importantes son los agentes autónomos: programas que se autoinvocan y resuelven problemas sin intervención humana. Eso va a multiplicar la necesidad de cómputo en el borde, con arquitecturas heterogéneas que combinen CPU, GPU y NPU según cada tarea, porque no todo puede resolverse en grandes data centers. A la vez, veremos una renovación de infraestructura: los centros de datos actuales ya no alcanzan para soportar el crecimiento del AI y deben modernizarse para ser más eficientes en consumo energético. Y más adelante llegarán avances como la física aplicada a la IA o la robótica autónoma, que todavía parecen futuristas, pero se están acercando.